Inspiración
La idea de este cuadro nació de un recuerdo.
Desde pequeña, el mar ha sido un lugar especial para mí. Muchos días, junto a mis padres y mi hermana, visitábamos la costa. Esos momentos se me quedaron grabados: la brisa, la luz dorada, el movimiento suave del agua.
Quise capturar esa sensación de calma profunda que el mar me regala. Paraíso es mi forma de traer ese instante a la pared, para que quien lo contemple también pueda respirarlo.
Siempre empiezo con bocetos sencillos en papel. Además, suelo buscar o realizar fotografías de los lugares que visito, para tener imágenes que me resulten cercanas y que me ayuden a transmitir lo que siento en esos paisajes.
En este caso, me inspiré en un recuerdo muy personal: uno de aquellos días, de niña, cuando visitaba el mar con mis padres y mi hermana. Quería plasmar esos tonos suaves que guardo en la memoria, y que siguen despertando en mí una profunda sensación de calma.
Buscaba que la luz y el color fueran los protagonistas, sin elementos que distrajeran.
Elegí una paleta delicada: tonos azules, verdes claros, beige... una gama sutil, serena y sin recargar.
Para esta obra utilicé óleo sobre lienzo, una técnica que me permite trabajar con capas finas y veladuras, logrando una profundidad especial.
Trabajo poco a poco, dejando que la pintura respire entre cada capa, para que los matices se integren de manera natural.
En Paraíso, quise que cada elemento evocara una sensación de ligereza y serenidad.
El camino de tablas está trabajado con pinceladas horizontales que sugieren el paso del tiempo y la textura de la madera desgastada.
Los postes de madera y los detalles de la vegetación que los rodean están resueltos con pinceladas sueltas, cargadas de color y ritmo, para aportar movimiento y frescura.
Las hojas, en tonos verdes y ocres, se mezclan de forma vibrante, dejando espacios de luz que aportan aire a la composición.
El cielo y el mar, en suaves transiciones de azul, invitan a la mirada a perderse en el horizonte.
Y la palmera, con su trazo fluido y sus matices cálidos en el tronco, añade un toque de verticalidad que equilibra la escena.
Cada trazo está pensado para que el espectador no solo vea un paisaje, sino que lo sienta y respire.
El último paso siempre es observar la obra en silencio, durante varios días.
En ese tiempo, añado pequeños detalles: un matiz en el horizonte, un brillo sutil en el agua, un tono que equilibre la composición.
Es el momento en que la obra se completa y empieza a respirar por sí misma..
Mi arte no solo se contempla, se respira.
– María José Fernández
Si buscas un cuadro que te ayude a detenerte, respirar y reconectar con la naturaleza en tu propio espacio, Paraíso puede acompañarte.
Es una ventana serena a un mar en calma, pensada para traer esa sensación de paz a tu hogar.
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